lunes, 9 de octubre de 2017

No puede haber España sin justicia

En estos días de desconcierto, miles de personas se han echado a la calle para defender España con los medios a su alcance. Desde Cataluña llegan noticias emocionantes, de resistencia y amor a la misma España que llena, desde hace algunos días, las plazas de nuestras ciudades. En cada bar, en cada calle, hay una oposición espontánea al independentismo catalán, un esfuerzo vigoroso en común encarnado, por citar un ejemplo, por ese grupo de jóvenes de Figueres a los que veíamos ayudándose a trepar para retirar una estelada.

En muchos casos la resistencia se efectúa, además, con regocijo, con una animación imposible en caso de ideología. El joven de Barcelona famoso por callar la cacerolada independentista con música de Manolo Escobar no era el prototipo de hombre masa creado por la propaganda, pues el hombre masa, arrastrado en estos días por el odio, no entiende de la risa y mucho menos de la alegría sencilla que implica tener patria.

También algunas personas que han pensado mucho han escrito sus reflexiones durante estos días. Ha habido proclamas y manifiestos intelectuales. Los medios de comunicación han multiplicado coberturas con sorprendentes dosis de racionalidad. Entre los carlistas, ha circulado una carta de don Carlos en la que nos ha llamado a fomentar la concordia al mismo tiempo que ha recordado que los fueros pueden constituir una solución integradora.

Sin embargo, el problema es mucho más complejo. España se muere desde hace tiempo. Puede que aún haya españoles orgullosos de su bandera y el Estado siga siendo poderoso, y tenga capacidad de llamar a la acción a miles de policías que detengan la subversión, pero España tiene muy poco que ver con eso. España no es el Estado, ni el orgullo por una bandera, aunque lo crean así personas tan distintas como Mariano Rajoy y Carlos Puigdemont.

La España que conocimos en casa, cuando éramos pequeños, era un lugar donde imperaba la justicia. Había malvados, por supuesto, pero quienes tenían el poder tenían también la obligación de castigarlos y proteger a su pueblo. Sin embargo, en España hace mucho tiempo en que la injusticia se ha acostumbrado a campar a sus anchas.

Tan familiarizados estamos con la injusticia que celebramos, por ejemplo, que empresas que practican la usura y esquilman a nuestro pueblo hayan decidido trasladar su sede fuera de Cataluña. ¿Qué tipo de patriotismo es este? ¿Qué patriota olvida que, por ejemplo, La Caixa, condonó millones de euros de deuda a un partido independentista? ¿Haría lo mismo con un vecino de a pie? Las empresas que abandonan Cataluña, ¿lo hacen por amor a España o por miedo a perder sus bienes si la revolución se radicalizara?

En estos días escuchamos algunas emotivas peticiones de diálogo. Alguna de ellas es singularmente llamativa, pues no contempla la pena para los responsables de la revolución en Cataluña. ¿Qué tipo de patriotismo es el de quienes, olvidando las más elementales normas de justicia, proponen otra cosa que no sea la entrada en la cárcel de quienes han sublevado a parte del pueblo catalán contra su propia comunidad y sus vecinos?

La concordia sólo puede ser posible mediante la justicia pero, ¡ay!, no sólo hay injusticia en las calles de Cataluña. En cada rincón de España, en tantas y tantas relaciones cotidianas, en las jornadas laborales, en las transacciones comerciales, en las clases escolares, en las sesiones parlamentarias y en muchos otros ámbitos impera la injusticia. Todos conocemos ejemplos ¿Cómo no va a morirse España?

viernes, 6 de octubre de 2017

"La prioridad fundamental que hay que defender es la Concordia"

Don Carlos de Borbón-Parma ha vuelto a proponer el sistema foral como solución a la crisis política que atraviesa España. En su nuevo mensaje, no exento de críticas a los líderes políticos, don Carlos expresa también el deseo de que la sociedad recupere la concordia que hace posible el buen gobierno.

Juntos somos

Don Carlos da por hecho un enfrentamiento planeado para dividir a los españoles y renueva el mensaje de los carlistas: no sólo somos mejores juntos, sino que, en realidad, juntos somos y no es posible entender España sin la especial relación establecida entre sus pueblos. “Si esa concordia se rompe desaparecerá todo lo demás, desaparecerá la legalidad, desaparecerá el sentido de comunidad y desaparecerá la posibilidad de solucionar cualquier tipo de problema, abriéndose paso en nuestras queridas Españas toda clase de sentimientos negativos de los que serán esclavas las generaciones futuras”, escribe don Carlos.


Apuesta por los fueros

El objetivo principal del mensaje de don Carlos de Borbón-Parma es evitar el enfrentamiento entre los pueblos que hacen posible España. La propuesta política concreta de don Carlos es el federalismo actualizado, al modo de los fueros de siempre. El sistema federal –entendido entre los navarros como la solución foral-, podría hacer real el gobierno de las regiones españolas si se entiende éste como una relación de armonía y no el caos de competencias y la voracidad egoísta provocada por los nacionalismos. Para que esta solución pueda llevarse a cabo, don Carlos ha propuesto actualizar la Constitución

Don Carlos vuelve a interpelar a sus leales y a los políticos

En la tónica de sus mensajes anteriores, don Carlos ha vuelto a dirigirse expresamente a sus carlistas, a la vez que ha asumido el deber de encarnar y llevar a cabo la labor de sus predecesores. “Consciente de las obligaciones que recaen sobre mí como representante del legado histórico de la Dinastía carlista, con la memoria de mis antecesores, con la lealtad sacrificada y persistente que hacia ellos mostraron miles y miles de españoles durante dos siglos, y en definitiva con el significado histórico del Carlismo, pero también como ciudadano español y europeo, me impelen a trasladar y compartir con vosotros las siguientes reflexiones con el fin de contribuir a esbozar un camino diferente al del enfrentamiento ya previsto”.

Don Carlos ha llamado a la calma a sus partidarios para que puedan llevar a cabo la necesaria labor de mediación allá donde fuera posible. “Comprendo las profundas emociones que la situación de hoy puede desencadenar, pero debemos mirar a nuestra Historia y sacar las lecciones que ella nos ofrece. La violencia no lleva a soluciones duraderas”.

Por otra parte, don Carlos se ha mostrado muy crítico con la labor desempeñada por los líderes de los partidos políticos, a los que ha recordado su misión de servicio al bien común. En este sentido, ha exigido valentía y grandeza a los gobernantes españoles. “El momento concreto que vivimos es preocupante. La situación que se da en Cataluña está demostrando que las autoridades políticas, tanto del Gobierno español como las de la Generalitat, nos conducen a un escenario de confrontación y fractura. Y en ningún caso es admisible que aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar pierdan el control sobre los acontecimientos”.

Don Carlos en Barcelona

En este nuevo mensaje, don Carlos ha recordado el significado que tiene para él Barcelona, donde murió su padre, don Carlos Hugo, y presentó a su hijo don Carlos Enrique, en un acto que contó con una representación de los carlistas navarros. También ha dirigido palabras de apoyo a quienes están sufriendo el enfrentamiento.


El comunicado completo puede leerse AQUÍ.